24/3/08

¿De antes?

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tus colores pintan mi canción
y mi guitarra se convierte en ti...
acaricio tu cabello intentando acordes al azar
y regalas notas tan dulces que me inspiran cantar

13/3/08

En torno a la ceguera

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Si observamos con atención el dibujo original notaremos que a primera instancia se distinguen una enorme oruga blanca y una mujer vistos de perfil. Ahora, sabemos de antemano que la enorme oruga blanca me representa a mí disfrazado mientras que la mujer te representa a ti. Si hacemos un acercamiento a estos personajes nos daremos cuenta que parecen estarse viendo fijamente el uno al otro [Fig. 1], y podemos buscar el modo de saber qué es lo que ve el uno en el otro. Dado que se encuentran de perfil solamente alcanzamos ver un lado de estos personajes (del mismo modo que sólo podemos ver una cara de la luna), pero podríamos suponer que la parte que no vemos es similar a la que sí vemos, es decir que son simétricas. Si bien desde nuestro punto de observación sólo apreciamos un ojo de cada uno de los personajes, podemos concluir que del lado contrario se encuentra otro ojo [Fig. 2]. Ésta es mi hipótesis, la que sería correcto tomar como válida pues yo soy el autor del dibujo, quedando descartada la posibilidad de que se trate de una oruga-cíclope [Fig. 3]... Pero aclaremos que esta idea del cíclope no es solamente tuya, sino que ya antes otras muchas personas al ver el dibujo han creído que la oruga sólo tenía un ojo, y aceptando el hecho de que por tratarse de una idea repetitiva podría ser una idea válida, podemos tomar como cierta cualquiera de las dos hipótesis:

1) Aunque desde nuestra perspectiva sólo vemos uno de los dos ojos de la oruga, se trata de una oruga perfectamente simétrica.

2) Ya que sólo le vemos un ojo, se trata de una oruga-cíclope.

Pero tomar como válida esta segunda afirmación nos sugiere otra interrogante ¿Si tras el hecho de sólo ver un ojo de la oruga podemos afirmar que es una oruga-cíclope, no podríamos afirmar lo mismo con la mujer, de la que igualmente sólo se aprecia un ojo? Esto resultaría de lo más falso puesto que sabemos que la mujer eres tú, y que tú nunca en tu vida has sido un cíclope, pero tratándose de un dibujo en el que yo soy un disfraz de enorme oruga blanca, dibujo además basado en un mail que parece haber salido de un sueño o de una pesadilla, no veo por qué no podría darse el caso. Así se desprende otra tercera hipótesis:

3) Ya que sólo vemos un ojo de la oruga y de la mujer, se trata de una oruga-cíclope y de una mujer-cíclope [Fig. 4].

Pudiera objetarse también que si es válida la hipótesis número 2 según la cuál sólo la oruga es cíclope mientras que la mujer no, del mismo modo debería haber otra hipótesis que nos diera la opción de tomar a la mujer como cíclope pero no a la oruga, hipótesis que personalmente no consideraría dado que no existe un antecedente de repetición de esta idea como ocurrió al plantear la hipótesis de la oruga-cíclope. Pero ya que es viable esta objeción desde un punto de vista meramente lógico, sería lo más correcto tomarla como una hipótesis válida. Por lo tanto habría que reorganizar las hipótesis de la siguiente manera:

1) Hipótesis de la simetría [Fig. 2].

2) Hipótesis del cíclope o la ciclopía.
2.1) La oruga-cíclope [Fig. 3].
2.2) La mujer-cíclope [Fig. 5].
2.3) La oruga-cíclope y la mujer-cíclope [Fig. 4].

De esta nueva clasificación también surge una objeción, pues la primera hipótesis es llamada de la simetría cuando lo más correcto sería llamarla de los dos ojos o biopía, puesto que los cíclopes también son simétricos. Esta objeción nos hace pensar que podría no tratarse propiamente de ciclopía, puesto que si estuviéramos hablando de un ojo en la frente no lo veríamos cargado hacia el lado visible del dibujo tal como ocurre (aunque bien podría tratarse de un error de perspectiva del dibujante, cosa que descarto puesto que yo en ningún momento intenté dibujar orugas/mujeres-cíclopes, pero dejo abierta la posibilidad), lo que nos podría dar a pensar que quizá sólo tienen un ojo pero no porque sean cíclopes sino porque les falta el otro, es decir, son tuertos, con lo que quedaría explicado por qué sólo vemos un ojo [Fig. 6]. Esta nueva posibilidad nos abre nuevas hipótesis, que podrían clasificarse con dos enfoques diferentes: según el número de ojos que tienen y según la simetría/asimetría, quedando así.

Clasificación según cantidad de ojos:

1) Hipótesis de la monopía.
1.1) La oruga-cíclope y la mujer-cíclope [Fig. 4].
1.2) La oruga-cíclope y la mujer-tuerta [Fig. 7].
1.3) La oruga-tuerta y la mujer-cíclope [Fig. 8].
1.4) La oruga-tuerta y la mujer-tuerta [Fig. 6].

2) Hipótesis de la biopía.
2.1) La oruga-biope y la mujer-biope [Fig. 2].

3) Hipótesis de la monopía/biopía.
3.1) La oruga-cíclope y la mujer-biope [Fig. 3].
3.2) La oruga-tuerta y la mujer-biope [Fig. 9].
3.3) La oruga-biope y la mujer-cíclope [Fig. 5].
3.4) La oruga-biope y la mujer-tuerta [Fig. 10].

Clasificación según simetría/asimetría:

1) Hipótesis de la simetría.
1.1) La oruga y la mujer simétricas.
1.1.1) La oruga-cíclope y la mujer-cíclope [Fig. 4].
1.1.2)
La oruga-cíclope y la mujer-biope [Fig. 3].
1.1.3) La oruga-biope y la mujer-cíclope [Fig. 5].
1.1.4)
La oruga-biope y la mujer-biope [Fig. 2].

2) Hipótesis de la asimetría.
2.1) La oruga y la mujer asimétricas.
2.1.1) La oruga-tuerta y la mujer-tuerta [Fig. 6].

3) Hipótesis de la simetría/asimetría.
3.1) La oruga simétrica y la mujer asimétrica.
3.1.1) La oruga-cíclope y la mujer-tuerta [Fig. 7].
3.1.2) La oruga-biope y la mujer-tuerta [Fig. 10].
3.2) La oruga asimétrica y la mujer simétrica.
3.2.1) La oruga-tuerta y la mujer-cíclope [Fig. 8].
3.2.2)
La oruga-tuerta y la mujer-biope [Fig. 9].

Si estudiamos con detenimiento cada una de estas hipótesis, no será raro darnos cuenta que los personajes no tienen boca en ninguno de los casos. La falta de boca en la oruga quizá no sea tan extraña, si empezamos por que es una oruga blanca gigante, o un disfraz de oruga blanca gigante o lo que quiera que sea. Pero que la mujer no tenga boca pareciera algo inaudito. Claro que se podría dar la explicación de que no es más que un recurso gráfico del dibujante, ya sea por el estilo propio de la ilustración o bien como una forma de darle expresión/inexpresión al personaje (expresar lo inexpresable, vaya). Pero ya que entramos a casos de simetría, asimetría, cíclopes, tuertos, biopes y alguno que otro miope, la falta de boca bien pudiera ser por otras muchas razones —quizá sí tiene boca pero no la alcanzamos a ver porque A) la tiene de lado B) es muy pequeña ETC) la tiene tan cerrada que no se nota o bien en realidad no tiene boca por igual etcétera de razones como que A) es muda B) es un defecto congénito C) el dibujante olvidó ponerla y así hasta la Z) y de regreso— que nos darían un número igual de hipótesis nuevas junto con todas sus posibles variantes, objeciones, combinaciones, clasificaciones y reclasificaciones, y esto sólo hablando de la falta de boca de la mujer, porque si le sumamos la posibilidad de que del lado que no vemos ahora resulte que también sea manca, o calva, o le falte una oreja, o tenga una cirugía plástica fallida, o el seno extirpado, o ve tú a saber qué otra clase de desmembramiento con sus consecuentes nuevas hipótesis y así la lista y la clasificación de listas y nuevas listas y no tan listas y más bien tontas y no es que seas tonta sino sólo algo boba tú que no sabes nada pero para qué saber si el no sabimiento suplanta el sabimiento que nada se sabe y que hay que cambiar de un saber que no sabes en un no saber que sabes que a fin de cuentas qué importa el cíclope tuerto miope astigmático bizco si de todas formas veo ¿no ves?

7/3/08

La prueba de quebecois

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Chaf, tienes que saber que no hay que disfrazarse en enorme oruga blanca para pasar tu prueba de quebecois... ¿?

2/3/08

El nopal en la frente

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Aquella mañana mirándome al espejo del baño lo descubrí: un árbol de tunas estaba brotando en mi frente. Siempre se ha sabido que si te tragas las semillas de la sandía te crece en la panza un árbol de sandías, y aunque cierto es que las sandías no se dan en árboles esa nunca ha sido una razón suficiente para restarle validez a la creencia. De cualquier manera lo de aquella mañana parecía ser algo distinto. Yo no me recordaba comiendo tunas recientemente, menos aún tragándome sus semillas. Y de haberlo hecho, ¿por qué iba a crecer el árbol en mi frente y no en mi panza? Solo un detalle me inquietaba: mi habitual evacuación matutina resultó ser más trabajosa y prolongada que de costumbre, síntoma coincidentemente atribuible al hecho de comer tunas (con semillas obviamente, no existe aún el ingenuo que pretenda quitárselas). Pese a esta extraña coincidencia yo continuaba seguro de no haber comido ni una sola tuna en meses, quizá en años; comprenderán que no soy muy afecto a la fruta. Pero al pasar los días el árbol y el estreñimiento seguían allí. La relación directa entre ambos fenómenos resultaba cada vez más innegable. El árbol parecía crecer con cada pujido, y recíprocamente mientras más grande se hacía éste, mayores eran mis dificultades para salir victorioso del trono. Ustedes me conocen y adivinarán que no me preocupé de inmediato. Evidentemente no fui al médico, no fuera a ser que me recetara inyecciones o pastillas, y ni siquiera pensé en probar laxantes naturales, té, yogures, pasas, fibras o cualquier otra clase de cartón comestible, por muy ecológico que pareciera. Sobraron personas bienintencionadas que quisieron ayudar y yo, sin poner de mi parte, los dejé probar sus remedios. Hubo quien ató un hilo en la base del árbol a fin de estrangularlo; hubo quienes estrenaron sus conocimientos de sobador o pellizcador conmigo; alguien me apretó durante media hora el tendón de la mano entre el índice y el pulgar; alguien más aseguró que todo era mental; no faltaron las agüitas, el ozono, la miel con limón, la emulsión de paté de hígado de bacalao o algo así, la pomada de la campana, el ajo caliente, el cigarro en la oreja, el psicólogo, el tarot, las limpias, los renacuajos-de-la-madre-teresa, los padrenuestros a San Antonio, las oraciones de sanación con imposición de manos incluida y alguna espontánea muestra del don de lenguas. Todo fue en vano y yo me enterqué en mi postura de no ver a un especialista, después de todo no era nada urgente, menos aún grave. Me fui acostumbrando a vivir con mi árbol de tunas —incluso en navidad lo adorné con foquitos— y los retortijones no me parecían algo insoportable. Pero las molestias continuaron creciendo más y más hasta llegar al punto en que no me podía mantener erguido, debido en parte al enorme peso que tenía que soportar en la frente y en parte al dolor intestinal que me obligaba a andar flexionado. Para este tiempo al árbol comenzaron a salirle sus primeras flores y no tardaron en aparecer pequeñas tunas aún verdes. Yo ya tenía decidido comerme la primera que madurara, con todo y semillas, es más, con todo y cáscara. Y con aguates y espinas, así enterita. Una mañana mirándome al espejo del baño la descubrí: una tuna roja había madurado en mi árbol. Una gran emoción se apoderó de mí; quería comerla, tragarla, devorarla. Siguiendo mi masoquista hábito de dejarlo todo para el final pensé en cortarla para la hora de la cena. Pero esa hora nunca llegó. A mediodía alguien me lo dijo, y yo entonces lo comprendí todo:
—No seas baboso, ése no es un árbol de tunas, es un nopal.