13/8/10

Rinocerontes

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A los rinocerontes nos duele el rechazo. Y nos duele mucho, uno se siente como bicho raro. No somos bichos, ni raros, sólo somos rinocerontes. Cuando no nos comprenden nos dan ganas de ser otra cosa, lo hemos intentado con ganas, imitando perros, sapos y canguros, pero lo único que se nos da de verdad es ser rinocerontes. A los rinocerontes no nos gusta estar solos, aunque pareciera ser que sí. Lo que pasa es que nos hemos ido acostumbrando a ensimismarnos, es la defensa natural cuando simplemente no quieren estar con nosotros. Los rinocerontes disfrutamos mucho de la vida, de los enormes detallitos, de los momentos inesperados, de las cosas que parecen imposibles. Y lo disfrutamos a tal grado que necesitamos compartirlo, por eso duele tanto cuando no nos aceptan. A los rinocerontes nos gustan mucho los cangrejos, nos encantan, literalmente. Puede parecer una fijación extraña, pero estamos seguros que no es así, porque lo sentimos. Los cangrejos tienen el fantástico don de desincomprendernos, de dejarnos ser rinocerontes y descubrir cuánto nos gusta eso. Además los cangrejos son maravillosos por el simple hecho de ser cangrejos. Son con quienes realmente nos sentimos bien y ellos se sienten bien con nosotros; pero los cangrejos son cangrejos, de pronto pasa que ellos tampoco quieren estar cerca. Cuando eso sucede dejamos de ser rinocerontes por un instante, es la soledad absoluta. Y las estrellas se nos caen del cielo entre lluvias ácidas. Entonces lo único que nos queda es esperar a volvernos a sentir rinocerontes que esperan cangrejos con quienes compartirse. ¿?